Todos sabemos que él no es un frontman, y nunca lo será, es un genio
que no necesita moverse más allá de su cuadrado. El público que asistió creo
que tenía, o debía, tener en claro que el objetivo no era venir a captar el
show de una banda, había que ir a escucharlo(s). El mayor de los Gallagher, uno
de los mejores compositores de este siglo, no nos trajo grandes pantallas ni un
espectacular juego de luces para su segunda presentación en nuestro país, su primera
en solitario. Y simplemente, fue magnifico.
El ambiente era bueno, a pesar de ser en un
estadio, se sentía íntimo. Y que importaba que se vean espacios vacíos, cuando
tienes un puñado de gente que viene con las mismas ganas de admirar este nuevo
disco de Noel y vibrar con sus rescates a algunos temas de Oasis que nunca
pensé escuchar acá; que toque Half The World Away, Talk Tonight y Whatever, no
tiene precio (aunque me hubiera gustado escuchar “Sunday Morning Call”).
Puntal, como solo los británicos saben serlo, Noel
salió a las 8:58 pm, cogió su guitarra y arrancó. Simple. Y lo hizo con un
mensaje contundente: ya no estás en Oasis, pero si quieres enganchar a miles de
fans que vienen a verte por tu historia con la banda, empieza con ello. Y así
abrió con “(It´s Good) To Be Free”, que mejor tema que ese para abrir el concierto
de su gira como solista, para así pasar de los inicios de la banda hasta la
última etapa tocando los acordes de “Mucky Fingers”.
Él nos lanzo la cuerda y nosotros la agarramos,
ahora era tiempo de presentar la razón por la que vino: el High Flying Birds. Un
disco tan sensacional como simple, que no tiene nada que le falte ni que le
sobre, Brit pop neto. Noel cambió los
solos de guitarra, por los teclados, aquí Mike Rowe jugó un papel más que
secundario, luciéndose como no lo hacia (o no se le permitía) a mitad de los
90’s. Canciones como “Everybody’s On The Run”, “Dream On”, “If I Had A Gun” –
hay que agradecerle por permitirnos ser parte de la historia de esta – o “The
Death Of You And Me” son temas que caminan por si solos y mantienen la calidad
de Noel como compositor, con momentos instrumentales magníficos y coros que
sostienen a cada canción.
Sin embargo, si hubo un momento que nos impuso
una sensación de que algo faltaba, en mi opinión, es que hay temas a los que no
se le puede quitar la marca personal de Liam. No digo que la versión acústica
de “Supersonic” fuera mala, pero se extrañó la voz rasposa (o lo que le queda)
del frontman de Oasis.
Y así pasaron 16 canciones que mantuvieron al público
por momentos dejándose llevar por el ritmo, por momentos saltando, y coreando
después de cada tema el nombre del genio de Manchester. Esta vez me tocó verlo
desde tribuna y al mismo tiempo observar con gusto como el sector de abajo
vivía como había que vivirlo. Eran verdaderos seguidores, y no aquellos que
venían a pedir “Wonderwall”, “Stand By Me”.
Y como en aquella primera reunión del jueves 30
de abril del 2009, en donde nos regalaron momentos cumbres con temas como
“Slide Away”, “Masterplan” o “Don’t Look Back In Anger”; este segundo encuentro
necesitaba un punto de quiebre, que toque el corazón y le ordene al cerebro que
nunca lo olvide. Noel decidió que pasemos por este trance, luego de regalarnos
“Whatever” y “Little By Little”; ya nos
podíamos dar por servidos (nunca había cobrado tanto sentido la frase “whatever
you do, whatever you say, yeah i know it’s allright”). Pero si había una
canción que se podría repetir entre estas dos presentaciones del británico, y
que podríamos vivirla con igual o mayor intensidad, era “Don’t Look Back In
Anger”. Volvimos a ver al Noel Gallagher del Familiar To Millions, con un solo de guitarra tan suyo. Que me
perdone Gem Archer, pero no hay comparación entre la versión más romántica y la
versión más desgarradoramente rockera.
Y bueno, ¿el saldo? Noel nos demostró a los
poco más de 3 mil fieles seguidores que la magia para componer no se le había
agotado.
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