
Si en algún momento quise montar skate, fue cuando vi el video de “Breakstuff”; y si en algún momento se me cruzó por la cabeza llevar una gorra roja y casacas del doble de mi cuerpo, fue luego de ver “Nookie”. Ahora tengo 24 años, trabajo, y probablemente no salga ni cagando así a la calle. Pero ayer, miércoles 03 de agosto, volví a
tener 14 o 15 años, y quería tener esas cosas.
He ido a muchísimos conciertos desde el que vino R.E.M en el 2008. Pero este concierto no era como la mayoría que había ido, donde dejaba mi garganta en el estadio o escenario que fuera. Limp Bizkit implicaba dejar mi voz y mi físico si es que quería gozar como se debía. Por consecuencia me enfrentaba por primera vez lo que era un
verdadero pogo.
Las gotas de sudor debían de quedar marcadas en el terrenal para saber que lo hicimos bien. Es lo menos que podíamos hacer para devolverle el favor a Fred Durst, quien tuvo mucha paciencia con algunos que se empeñaban en representar a “Lima la gris”. Había que dejarle una gran impresión, más aun sabiendo que estaba viendo a la formación original (Durst, Sam Rivers, John Otto, DJ Lethal y Wes Borland) , aquella que me cautivo y que ahora debíamos que hacerle saber que debían mantenerse por ahí arriba “keep your distance cuz right now we’re dangerous!”.
La primera explosión en mí, para saber a qué me enfrentaba, fue “My Generation”. Debo aceptar que no pude durar en el pogo toda lo que ameritaba la canción pero me queda de consuelo que lo intenté en cada canción que me incitaba a liberar toda la energía que me quedaba. Temas como “Livin' It Up”, “Breakstuff” y “Boiler” nos hicieron dar lo mejor que teníamos, mientras que un tema como Re-Arrenged nos daba la opción de un respiro, pero sin dejar de cantar, especialmente el final.
Sin embargo, llegaron dos temas que fueron el momento que dividió este concierto en dos partes. En el que el público (aunque no todos) entendió que debía vivir el concierto a la manera de Limp Bizkit, o simplemente podía largarse a su casa. “My Way”, con un chibolito que subieron y la invitación por parte del traductor, luego de compararnos con Argentina, termino por despertar al público.
Y luego llegó “Nookie”, simplemente era la que todos esperaban y la que todos debían de saltar, chocar, empujarse y demás. El mensaje estaba claro: “Nothing's gonna change 'cause you can go away and i'm just gonna stay here and always be the same!!!”
El resultado final se dio cuando tocaron “Take A Look Around”, y se pudo notar que el público (maldición, no todos) se metió de lleno...fue mucha adrenalina condensada el ver a la mayoría de nosotros agachados, con las piernas en cuclillas, esperando impacientes para poder arremeter hacia el centro, todos contra todos y gritando “Now I know why you wanna hate me. Cause hate is all the world has even seen lately”!!
Este deber haber sido uno de los conciertos que menos recuerdo haber visto fijamente al artista. Pero que importa, no era un evento para el deleite. Era para dejar salir toda esa energía que tenías guardada desde que mi adolescencia, porque esta es una de las pocas bandas que vienen de lo que puedo llamar mi generación. Y el público lo entendió a la perfección en Rollin’, dándole el check de aprobación al concierto.
Un consejo para los de las camaritas...”Welcome to the jungle punk, take a look around!”. Los conciertos no son una maldita reunión social para estar filmando y tomando fotos. Una o dos está bien, pero no todo el concierto. Muchos podrán decirle y enseñarle a sus amigos “mira yo estuve en el concierto”, pues yo diré “si, yo estuve en el concierto y lo gocé realmente...y lo tendré para siempre en mi memoria”. Y si, cada empujón y golpe que se recibió, valió la pena.