
Es la primera vez que me arrepiento de nunca haber aprendido a manejar bicicleta, quizás pude ser yo quien montaba por Miraflores aquel día.
Fue el pasado 9 de mayo, encierre el día lunes, marque ese mes en el calendario y nunca lo tire. Ha pasado una semana y recién puedo empezar con este post. Debía esperar que pase toda esta emoción y este sentimiento, que pueda recién digerir la idea de haber tenido a un Beatle en mi país.
Debo confesar que más allá de su historia con el cuarteto de Liverpool no sabía más de Paul. Solo que tuvo una canción con Michael Jackson, un video de “Dance Tonight” (que menos mal que la cantó) y algún par más que me sabía si escuchaba la canción. Es más, si es cuestión de escoger entre Lennon y McCartney, probablemente elegiría a John. Pero tenía la idea de ir porque simplemente era mi obligación, como amantes de la música y si afirmamos que nos gusta el rock, no podíamos faltar a tamaña invitación, poder escuchar a un miembro que formó parte de la banda que marcó y sigue marcando décadas en el mundo de la música.
Llegado el momento, no fue una gran entrada como muchos bandas hacen, fue simple. Pero Paul nos dio la mejor canción para recibirlo, fue un caluroso “Hello hello” que corearon más de 48 mil fanáticos. Y desde ese momento habíamos comenzado a rogar que nunca nos diga Goodbye. Era el inicio.
El momento de homenaje fue bello, no necesité ver la pantalla de atrás (me encontraba en oriente y pegado al escenario) para recordar a John y a George (Nunca había sonado tan bien en Lima que un hombre le diga a otro hombre “I love you”. Paul lo logró), solo había que cerrar los ojos y escuchar las letras para que todos aquellos recuerdos que nunca pude vivir con los Beatles vengan a mi como si hubiera sido parte de su historia contemporánea.
La parte cumbre fue sin duda las tres canciones que nos hicieron terminar, total y completamente, rendidos ante éste grande. No cualquiera hace que los 48 mil acompañen con tamaño entusiasmo y con unas simples palabras como “Na na na nananana”. Hey Jude fue el gran momento de conexión entre el beatle y nosotros, cada uno debió sentir que nos estaba hablando. De “Let it be” solo me queda decir que no conozco un solo de guitarra que vaya tan de acuerdo con la canción y que me emocione tanto. Y por último (no podía irse sin tocarla) “Yesterday” que todos sabemos que es, por excelencia, la balada más triste que todos se alegran por escuchar.
Creo que queda en la cabeza de todos los que asistimos, que el músico de los “Beatles” siempre fue Paul. Fueron más de 30 canciones y simplemente no hubo una que diga: “no, esta no es la gran cosa”. Son grandes perfectas composiciones, tantas de las que podríamos hablar que no acabaría. Un verdadero músico pisó el más grande estadio del Perú, y ni el más optimista con este boom de conciertos que se había desatado en Lima pensó que podríamos tener a este tipo de artista.
Pero ahora creo que si podemos decirlo, somos parte de la historia McCartney y somos parte del legado que dejaron los Beatles. Podremos decirle a nuestros hijos que las canciones de una de las mejores bandas (si no es la banda) que ha parido el planeta fueron recitadas en nuestro país. Porque no es lo mismo decir los vi cuando viaje a tal lugar, a decir que un integrante vino, congregó un lleno Monumental y nos deleitó. Ahora podemos decir que vimos la historia del rock. “¡Viva el Perú carajou!”